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Cuatro poemas de Francisco Meza.

Imágenes que vuelven de la ceniza a arder de nuevo.

La imagen nos viene en forma de tropo preciso, de metáfora, la imagen de la poesía de Francisco Meza, (Culiacán, 1979) es sin duda aquella que se urde con paciencia, o que viene como dardo a dar en el centro de su objetivo. El poeta, a través de conmovedoras o dilatadas vivencias, expone su verso concreto, que trasciende hacia la otra isla del individualismo y toma la voz del lector. La poesía de Francisco Meza apela a un llamado de la lógica retórica, que hace sentir el poema desde otra realidad, aquella lógica que está escondida y que el poeta llama desde alguna figura, para traernos sus quimeras en tiempo y forma, con rabia, o con el desaliento de alguien que comprende y deja pasar.

 

Sus poemas, que muchas veces se diseñan como un rompecabezas, son el resultado de un proceso que se hace con sangre, catarsis de vivencias saturadas, de esperanzas literarias, de estandartes incompletos o quebrados, de dolores añejos e imágenes que vuelven de la ceniza a arder de nuevo. Una sombra siempre persigue al poeta, aplastándolo en sus poemas, pero dejando la bandera intacta de su poesía.

 

 

 

 

 

 

Dónde nos extrañaríamos

 

 

 

 

Qué sería de nosotros sin las revueltas

 

entre muros y adornos inútiles

 

tirando piedras

 

a un cielo limpio de aves,

 

o frente al televisor,

 

hincando una risa

 

ignorándonos en nuestra precaria multitud.

 

Qué sería de nosotros mujer

 

de este reino

 

de cucharas, sillones y deudas,

 

de la ternura que se parte

 

con el mismo cuchillo de la rabia,

 

del arranque por tocarnos

 

hasta borrar todas las manos

 

que alguna vez nos recorrieron.

 

 

Nada sería de nosotros

 

apenas un viento de círculo

 

un simulacro donde dos se aman.

 

 

Así te encuentro enfadada

 

hurgando en mis papeles

 

con quietud de tijera

 

poniendo punto final

 

a mis asuntos pendientes.

 

Y voy directo con el grito

 

lo repeles con tu silencio de espina

 

con tu presencia de sílaba y témpano

 

donde la sangre canta y congela.

 

 

Llego a casa

 

te veo remendando una camisa

 

hundes la aguja

 

como si escribieras mi nombre

 

                                          vas por la tela

 

cerrando una herida del tiempo,

 

en el centro la cama

 

ave que se acostumbra a su árbol

 

te detienes y miras

 

                           hasta la entraña de mi culpa

 

llegando el hilo de tu reproche.

 

Y sigues allí

 

en tu condición de trigo,

 

entre las almohadas

 

como si fueras el sueño de un ángel

 

o un frasco lleno de palabras

 

a punto de reventar,

 

allí en el centro de la cama

 

con tu falsa ternura inofensiva,

 

en medio del diluvio

 

que no desvanece tu materia de sal

 

y azoto la puerta,

 

ahora entiendo el verso

 

escrito hace años

 

"La paz en el cuello de medusa"

 

esa línea ya te presentía

 

algo de mí te imaginaba

 

lirio, manzana y alfiler.

 

 

Pero qué sería de nosotros

 

de esta arca

 

llena de íntimos animales

 

de furias remotas

 

iguales al instinto,

 

en qué esquina nos extrañaríamos

 

a quién pediríamos razones

 

el uno por el otro.

 

 

 

Algo de ti

 

 

 

¿Habrás de aparecer siempre en mis poemas?

¿Estará tu garra remando en mi gramática?

¿Estará tu presencia

Cuando le escriba un himno a la silla

O una décima a la lluvia?

¿Serán tus muslos los perímetros de mi voz?

 

Ni en el silencio podrás irte del todo,

Lo sé;

Una molécula tuya seguirá flotando

Por ahí;

Como el tic-tac de un reloj asesinado;

Algo de ti estará en los horarios

Que uno ama y

En las palabras que uno escribe,

Y si escribo octubre, por decir un mes,

Algún fervor tuyo habrá de cantar

En el último día de esa palabra.

 

Como adjetivo nublado,

Como el sustantivo bala

A la altura de la sien,

Estará tu nombre en mis pensamientos.

 

Habrás de estar en mis poemas,

Algo de ti sobrevivirá en ellos,

Incluso en los que ya han sido

Arrojados al fuego.

 

 

 

Informe del veterano

 

 

 

En la podredumbre de la espera, algunas noches cuando retrasabas tu llegada, clavé agujas en mis muslos para en vilo escuchar (a la sombra de tus pasos) el rechinido de la puerta.

Perdí trabajo, casa, prestigio. Y ciego de cerveza, cara a la noche de los no bendecidos, vi las demoliciones de mis huesos bajo la inercia de tus caprichos.

En una cantina me tajaron el rostro y mi costillar se hizo muro acribillado. Al igual que un reo marqué ciertos días en mis brazos y aprendí del abandono su temperatura.

Y aparecías Altiva, ingrata, desdeñosa, con tus ojos de artesana, de florista de la infamia. Y yo desde una hemorragia interna iba a las islas de tu desaliento. A las orillas de ti, reducido, me abandonaba entre tus manos como un ramo de cicatrices.

 

 

 

Por un verso de Darío 

 

 

 

Pensar en las posibilidades de un verso

 Como si ese verso pudiera cambiar el mundo.

 Pensar: Margarita, está linda la mar,

 Y que una gaviota atravesara

El cielo de esas palabras.

 Pensar en la patria de esas letras

 Como reino único,

 Pensar y volver a pensar

 En ese verso

 Como un oleaje que no cesa

 Y hace bellas las armas

 Y propone un descubrimiento

 Igual que el acento

Del vocablo relámpago

Cuando alumbra el abismo de la página.

 

 Pensar en el cuerpo de ese verso

 Hasta cansar el paso,

Hasta mojar las manos en su orilla.

 Pensar en ese verso

 Como en una geografía que se expande

 Cuando se siente vulnerada.

 

 

 

 

 

 

 

Francisco Meza (1979) nació en Culiacán, Sinaloa. Es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Ha publicado los libros de poemas Mar en sombra (Ayuntamiento de Guanajuato, 2006) y La bitácora y un día más (Praxis Editores, 2010), así como la compilación de ensayos Defensa de la Demora (Ayuntamiento de Culiacán, 2009). Fue incluido en la antología de ensayosEl Hacha puesta en la raíz (Fondo Editorial Tierra Adentro). En 2010 su poemario inédito Memoria de marzo obtuvo el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura. En 2013 publica el poemario Cuaderno de las apariencias pulicado en la colección Punto Luminoso por Andraval Ediciones.

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