+ágLa poesía como método conjetural.
Los Conjeturales
Cuatro poemas de Francisco Alcaraz
Del verso transparente y la poesía del desgarramiento.
En la poesía de Francisco Alcaraz (Culiacán, Sinaloa, México 1979) se cumple el desgarramiento. El Poeta como hábil conversador, usa la esencia de la palabra en su alquimia más íntima para ubicarnos en una sensación muy precisa donde viene la nostalgia de los momentos, la muerte, la vida en su extraña fulguración, y la identidad que llevamos a cuestas. La postura del verso transparente, de sus recuerdos, el dibujo de una casa hace años, la casa dibujada por el niño que fue desprovisto de infancia, el regreso sobre los muros que alguna vez nombraron su soledad, y algunos años atrás, los motivos fríos de una ciudad que como musa enferma acuña sobre sus habitantes su violencia, la noche y la cerveza, y sobre el Poeta un extraño y reaccionario sentido de pertenencia.
Parte de la generación de poetas nacidos el año 1979 en Culiacán, Sinaloa, en esta selección de poemas Francisco Alcaraz nos deja unas palabras adicionales; el juramento que se hace sobre los ideales de un hombre que ha fijado su misión en la perpetuación de la palabra.
A continuación presentamos una selección de cuatro poemas del autor.
Cuatro poemasCuatro poemas
*
Como todos los niños de la escuela,
también hice un dibujo de mi casa.
El cielo era surcado por inocuas
nubes en su naufragio azul
y un sol desaliñado que rugía
como león inverosímil:
ante su fiero aspecto de quimera
el árbol ocultaba sus raíces
cual estacas, y hubiese pasado inadvertido
si las caras redondas y sonrientes
de cuatro personajes,
cuyos cuerpos tenían con la cabeza
un serio desacuerdo,
no estuviesen muy frescos a su sombra.
Era una casa, en fin, muy parecida
a la real, excepto que la puerta
no tenía chapa ni orificio
que pudiera servir como cerrojo.
Una puerta sencillamente falsa,
condenada no sé por qué palabras
a no ser una puerta, a cerrar
el paso a aquello que escondía.
Por eso me reprocho tanto escrúpulo:
si hubiera sido menos serio,
si lo infantil me hubiese sido dado,
habría permitido que los muebles
ignoraran los límites que impone
una pared, y no sería difícil
recordarla por dentro tal cual era.
Pero aun si esa vez no triunfara
la razón, si me fuera concedido
trazar una vez más aquellas líneas,
si acaso regresara, ¿qué vería?
Una mesa para seis
a la que se sentaban siempre cuatro,
luego tres: el lugar donde la vida
resuelve sus frías sumas y restas.
Hace años que me fui de aquella casa
y he regresado tantas veces
que quizá llegué a creer
que no la dejé nunca.
Pero hoy sé que me fui antes,
al cerrar la puerta del dibujo,
sin sospechar siquiera
que la primera vez no existe,
que me había ido para siempre,
que lo único que queda de esa casa
es la mañana azul de mi naufragio
y un sol inverosímil
y un niño ante una puerta sin cerrojo.
(Tiempo en vuelo, Editorial Buró Blanco / Posdata Editores, Colección Lágrima de Batavia, 2013)
*
He vuelto tras mis pasos y los tuyos
a las estrechas calles empedradas
del barrio que se está poniendo viejo.
Hay muchas caras nuevas, pero todas
las fachadas tienen ese gesto agrio
que tuerce la madera de las puertas
mucho tiempo después de los velorios.
Quizá es porque los nuevos inquilinos
ignoran todo acerca de cualquier cosa,
y ni siquiera saben desde cuando existe
el muro donde cuelga su foto familiar,
ni quién escogió el tapiz
que no se lleva con sus muebles;
no imaginan —no podrían imaginar— las caras
de quienes se sentaban en ese comedor,
ni que sus sueños nacieron en su sala
y se murieron tristemente
detrás de un mostrador
o en una casa chica en las afueras;
y mucho menos la forma que adoptan
en su cuarto dos cuerpos casi niños,
desnudos en la luz oblicua
de la tarde, o los hijos que trajeron
el amor o el azar o el desamparo
y crecieron untando las espaldas
a los muros y ahora son apenas una sombra
de lo que alguna vez les ofreció el destino.
No saben que para limpiarlas
de fantasmas, para acallar la voz
que los asalta en el pasillo,
les hace falta haber vivido
la vida entera en esas casas,
y saber qué se siente no querer
volver a verlas nunca;
soñar intensamente con salir
y caminar sin rumbo, sin jardines,
sin muebles, sin cocina.
Haber sembrado plantas
por cada conocido que enterraron
y verlas germinar como los hijos,
que crecen de manera imperceptible
bajo los aguaceros del verano,
hasta que ya no caben más y piden
¡tierra, tierra!, porque sus raíces
se han ido muy profundo: más allá
de nosotros incluso de ellos mismos,
y no nos pertenecen más
que las hojas que va arrastrando el viento.
Sólo entonces serán dueños de sus casas
y tendrán el legítimo derecho
a ser olvidados de manera inobjetable.
(Tiempo en vuelo, Editorial Buró Blanco / Posdata Editores, Colección Lágrima de Batavia, 2013)
(La musa enferma, Fondo editorial Tierra Adentro, 2002)
*
Juramento
Juro no escribir sobre por qué no escribo
ni escribir nada sobre otros,
porque de un sepulcro no crece sino hierba.
No intentaré usar esas enormes prendas
que no me favorecen: no me convertiré
en un vulgar saqueador de tumbas.
No me llenaré de piedras los bolsillos
para disimular mi ligereza.
No seguiré a quienes marcan el sendero
con migajas de pan dulce — al final
aquello mismo que los engulló me espera.
Pero si escribo sobre nada o sobre otros
o uso prendas que no me favorecen
o me lleno de piedras los bolsillos
o sigo un sendero marcado con pan dulce,
pisaré fuerte, que por la hondura de su huella
se conoce el peso de los hombres.
(1979, Antología poética, Honorable ayuntamiento de Culiacán, 2005)
Nació en Culiacán, Sinaloa, en 1979. Poeta, editor y ensayista. Jefe de redacción de la revista Textos. Es egresado de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas de la UAS. Fue integrante del taller del poeta Jesús Ramón Ibarra. Ha colaborado en revistas y suplementos como Crótalo, La Jornada Semanal, Literal, Luvina y Tierra Adentro. Becario del FOECA-Sinaloa 1998 y 2002. Becario del FONCA 2003. Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2002 por La musa enferma. Parte de su obra se incluye en Los límites acordados. Ocho poetas jóvenes sinaloenses, DIFOCUR, 2000, 1979, Antología poética (Ayuntamiento de Culiacán 2005) Es autor de los poemarios La musa enferma (Fondo editorial Tierra Adentro, 2002),Tiempo en vuelo (Editorial Buró Blanco / Posdata Editores, Colección Lágrima de Batavia, 2013), Principa Mortis (Andraval Editores, colección Punto Luminoso, 2014). Actualmente es Jefe de Producción, en Editorial UAS.
I (Motivos del frío, fragmento)
No es mía esta ciudad. En la ribera, donde el apareo de las aves sesgaba el viento y la poderosa frescura de la ceiba se extendía (calcinados) veo dos niños: en sus ojos se petrifican los veranos, y un olor a fruta. Nunca ha sido mía esta ciudad erigida sobre huesos.
La mañana pegajosa ve nacer muchachas de las sábanas con la boca llena de un perfume extraño (ha, la noche, la salvación de la cerveza). Así trascurre el día y la tarde como un hermoso escombro del espíritu.